les contaré como se dió el poder casarme con mi amor platónico


Increíblemente, entiendan lo que la palabra "increíblemente" abarca:

  • extremadamente.
  • extraordinariamente.
  • terriblemente.
  • sorprendentemente.
  • tremendamente.
  • asombrosamente.
  • muchísimo, así es esta historia, increíblemente asombrosa.

Llegar a 40 años de conocernos, bueno, todo comenzó como un amor inocente, amores juveniles, eran otros tiempos, no había la tecnología que existe hoy y se fue el gran pecado...nos cambiamos de casa...y los teléfonos que existían eran fijos, caseros.

El influenciado por la corriente de Elvis Presley / Sandro, los artistas de boga en esos tiempos, de largas patillas y pecho al descubierto luciendo su pecho lleno de vida.  El se paseaba por los pasillos de la iglesia a la cual asistíamos, siempre amable, sonriente y un olor delicioso a puro Old Spice.

El entrando a una edad juvenil y yo apenas saliendo de la adolescencia, no tenía ni un cinco de esperanzas, él se relacionaba con su mundo y yo con el mio, jamás, jamás -creía yo- se iba a fijar en mi, pero no por eso lo iba a dejar de mirar, me apasionaba verle sus pompis.

De los puntuales en asistencia para estar en la iglesia era yo, con el afán de verle y el saludo que nos intercambiábamos era suficiente.

Con el tiempo cruzamos más palabras, hubieron encuentros con algunos besos, coincidíamos en ciertos aspectos, en ciertos eventos, pero hasta ahí llegó., demasiado jóvenes,  cuestiones de traslado de residencia y sumado a que lo existía en ese entonces era el teléfono público nos hizo perder la sintonía.

Aún con todo esto para ella era un reto, pues no se atrevía a pasar a más, ha sabiendas que él le fascinaba, pero no se atrevió a demostrar lo que sentía.: Le fascinaba tanto.

El tiempo, la inexperiencia en estos temas...nos arrebataron el amor de nuestras vidas.

Un conductor borracho me arrebató al amor de mi vida

Después de que se gradúo no lo volví a ver, pero él seguía siendo mi modelo de hombre, mi referencia. Siempre le pedía a Dios que, como él no iba a ser para mí, que al menos que mi futuro novio o esposo se le pareciera al menos un poco.
El 28 de diciembre de 2013 (día de los inocentes) salí de mi trabajo y me fui caminando por la calle 72. Para quienes no son barranquilleros, esta es una de las avenidas más transitadas y conocidas de la ciudad. Entonces, un hombre en una camioneta totalmente polarizada, empezó a pitar sin parar. El semáforo estaba en rojo y yo no entendía qué pasaba.
En esta ciudad es típico que los carros les piten a las mujeres, pero parecía que algo más pasaba. El claxon de ese carro no dejaba de sonar, pero no me atreví a voltear hasta que escuché mi nombre. Entonces me giré y, como si hubiese una cita del destino, ahí estaba mi negro.
El corazón me latía fuerte. Habían pasado cuatro años sin verlo y estaba sintiendo lo mismo que sentía en la universidad. No quise desaprovechar la oportunidad y le hice caso a mi corazón. Fui a saludarlo y él me dijo unas palabras que nunca olvidaré: “sin duda alguna verte es mi mejor regalo de cumpleaños”.
Como era día de los inocentes, supuse que era una broma y simplemente seguí su juego y le desee feliz cumpleaños entre risas y de manera muy superficial.
No sé si fue casualidad de la vida o deseo cumplido de Dios, pero mi amor platónico estaba frente a mí, me había lanzado un piropo y yo estaba volando literalmente. Intercambiamos números telefónicos y quedamos en vernos nuevamente.
Él me llamó cuando habían pasado unas dos horas desde ese encuentro. Era casi las 9:00 de la noche y me invitó a su fiesta de cumpleaños en una discoteca de la ciudad.
No tenía tiempo de alistarme y decidí decirle que no iba.

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